Saturday, January 14, 2012

Las imágenes que nacen en el cuerpo

 …pero además de las imágenes de la forma, ….existen imágenes directas de la materia. La vista las nombra pero la mano las conoce. Una alegría dinámica las maneja, las amasa, las aligera. Soñamos esas imágenes de la materia, sustancialmente, íntimamente, apartando las formas, las formas perecederas, las vanas imágenes, el devenir de la superficies. Tienen un peso y tienen un corazón. Gastón Bachelard [1]


La intención de este escrito es ampliar la mirada sobre el poder de la imagen y transcribir mi experiencia en los talleres Actos Primarios.
Las imágenes-ideas que describo no son comprobables científica, ni teóricamente. Me guía la propia experiencia y la necesidad de abrir una puerta a otras posibilidades de vincularnos con el arte.


Imagen-idea
Existe la creencia de que la idea esta vinculada con el pensamiento, y la imagen a la intuición. También se dice mucho que la idea es anterior a la forma o sea a la imagen.
Cuando la idea[2] aparece, rápidamente la transformamos en palabras, pero antes de que este acto suceda, la idea fue un color, una sustancia, una sensación corporal, una textura, un ruido, en definitiva una imagen.
La magia es captar ese instante, donde la imagen se nos revela. Luego podemos hacer muchos artilugios para darle una forma conocida; el pensamiento tiende a repetir patrones.
Caer en el vacío, en el abismo de una idea no pensada, es perderse en los inciertos lugares de la mente.


Las imágenes que habitan el cuerpo
¿Dónde habitan las imágenes? ¿Las creamos en el momento de imaginarlas? ¿Están aunque no las percibamos?. En las prácticas artísticas y en la vida cotidiana recibimos las imágenes a veces como ráfagas; otras aparecen en el proceso de un trabajo, a veces las recibimos como  ideas, (sin tener claro lo que significa) y estas ideas muchas veces aparecen como relámpagos.
Un espacio, una sensación de dureza, o una languidez sin fondo…un color
Las imágenes que se revelan, antes de ser forma son sustancias, tienen temperatura, movimiento, sonidos….
Nuestro cuerpo físico posee información que necesitamos. Cada célula, guarda secretos y conocimientos sobre nuestras vidas.
En conexión profunda con nuestro cuerpo matérico,  podemos leer o acercarnos a esa información a través de las percepciones de las imágenes.
Cuando las imágenes nacen desde el cuerpo, las palpamos, nos adentramos en ellas. No las interpretamos, ni las explicamos. En el cuerpo la imagen se nos aparece como un ser vivo.


La imagen viva, la actitud receptiva
La imagen se siente en el cuerpo, se experimenta, no se conoce con el pensamiento, la imagen vive en el cuerpo.
La imagen que habita en el cuerpo tiene existencia, tiene vida como una planta, como un mineral, o un animal, posee movimientos propios, temperatura, crea vínculos. Las imágenes necesitan de ciertos alimentos para crecer, algunas sustancias las matan, o las debilitan o fortalecen. Tienen una existencia que no se hace visible a nuestras capacidades visuales.
Para apropiarnos de las imágenes, mejor dicho para dejarnos penetrar por ellas, tenemos que dar un paso mas allá de lo formal, necesitamos vincularnos con su sustancia.
Si nos permitimos ahondar en la imagen sin verla, sin explicarla, sin interpretar lo que se quiso hacer o las sensaciones que nos provoca, podemos adentrarnos en la vida que de ella emana.
Es decir, necesitamos una actitud receptiva y corrernos  de los preconceptos.
La mirada en ese sentido es nuestro mayor obstáculo. Si nos despojamos de la forma y las creencias, de lo que ya sabemos de ella, pueden comenzar a aparecer la temperatura, los movimientos, las sustancias que la conforman.


Los movimientos y los sonidos
Años atrás tuve un sueño donde, de mi boca salían sonidos que dibujaban un mandala con formas y colores vibrantes y hermosos. La revelación casi de lo imposible: que la voz dibuje y pinte como la materia…Los Icaros dibujan diseños que pueden sanar  WH
Cuando miramos una imagen la podemos hacer sonar como si fuera una partitura, y podemos seguir dibujando siguiendo los sonidos emitidos.
Las imágenes contienen información que el sentido de la vista no puede comprender.
Las imágenes, tienen  movimientos de traslación, rotación, vibraciones, pulsaciones, respiraciones, palpitaciones, Irradian, absorben [3]
Y estos movimientos pueden traducirse en sonidos.
No son movimientos de lo representado ni de su forma aparente, sino de su sustancia.
Los movimientos están dentro de la forma, la imagen vibra, es fría y filosa, o es caliente y se mueve como palpitando.
Necesitamos dejarla entrar, dejarla vivir para que se revele.
Posiblemente  antes o detrás, o en el núcleo  del dibujo y el sonido, existen códigos aun indescifrables; con la palabra energía a veces creemos acercarnos un poco más.
Al liberar el sonido de la imagen, al sonar la imagen, los sonidos  reverberan en nuestro cuerpo. Para que estas experiencias tomen sentido, necesitamos que todo nuestro cuerpo esté presente, que estemos dispuestos a perdernos en la experiencia, y no saber adonde estamos yendo.
El sentimiento de ridículo, de vergüenza,  el menosprecio de la experiencia o su catalogación son limites para adentrarnos en lo desconocido.
Las imágenes que habitan en nuestro cuerpo contienen información matérica. Cuando representamos (en el sentido de tomar su forma), hay algo que perdemos  ya que estamos mostrando lo superficial y conocido. En cambio cuando nos dejamos penetrar por la sustancia, la sabemos en su intimidad. Y podemos recibir de ella vibraciones de la energía que la compone.
 
Como todo ser viviente la imagen provoca vínculos.

Al inicio parece que es la interpretación subjetiva del que la observa lo que lleva a ver estas características, pero en realidad la imagen esta conformada por energía, y como tal tiene vida. Es decir, la imagen posee/contiene  conocimiento energético.
Las imágenes nos pueden trasportar a diferentes cuerpos. Poseen información en código, nosotros producimos las imágenes que podemos ir comprendiendo para poder atravesarlas.
Las imágenes se pueden leer en claves, como si fueran códigos de ADN. Si la imagen es pura interpretación personal, siempre le damos carácter de subjetivo y quedamos regodeándonos en lo que miramos. Si la imagen tiene vida propia, crea un vínculo y dependerá de nuestra capacidad de recibirla, de dejarla vivir para que nos hable y nos transmita su conocimiento.
 
La imagen sanadora

 El encuentro con el cuerpo nos trae imágenes-sustancias, el dibujo despliega esas imágenes, las hace presentes.
La imagen es una manifestación de la sustancia invisible, de aquello que incluso, no sabemos si podemos llamar materia;  el dibujo y la pintura, desde esta idea, son actos alquímicos.
Si transformamos las sustancias en un proceso alquímico, algo sucede en nuestro cuerpo. Las imágenes que nacieron del cuerpo, al transformarse en el proceso, transforman la materia del cuerpo. No hay planos separados, están trabajando todos juntos. Podemos curar enfermedades, a partir de este proceso.
Cuando se despliega un conflicto, se está desplegando una imagen ya construida, cristalizada[4]. Si podemos desarmarla, disolverla, atravesarla, es decir mutarla, podemos ir transformando la enfermedad. Estamos amasando y transformando energía.
No es una representación de la situación, ni el acto de sacar afuera expresando lo que sentimos. Es hacer brebajes con la imagen, producir metamorfosis. Es trasformar la sustancia.


Silvia Diehl,  2009/2011


[1] El agua y los sueños, Gastón Bachelard, Pág.  8, Imaginación y Materia. Ed Fondo de Cultura Económica
[2] En el I’ ICHIN, en el tratado, explican que cuando en los exagramas se refieren a la imagen significa idea.
[3] por transmisión de Carlos Reyes
[4] como en las constelaciones familiares