Sunday, September 05, 2021

algo sobre las creencias, el cerebro y el gran viaje

Hace algunos años… ¿200, 300? pocos años, los humanos comenzamos a creer que la consciencia salía del cerebro. JAJAJAJJAJAJA perdón, pero siempre que repito esta idea me sale una carcajada.

También comenzamos a creer, que una vez que morimos ya no hay nada, es decir ¿todo lo que hicimos, pensamos, sentimos en esta vida es lo mismo que nada? (salvo las herencias claro…). Esta idea no me da risa, sino que me hace pensar en para que los humanos generamos semejante creencia.

  • -          ¿Para no hacernos responsables de esta vida y hacer lo que se nos antoja?
  • -          ¿Para olvidar que no somos solo materia?
  • -          ¿Para seguir ciegos, mudos, y sordos frente a la realidad de la muerte?
  • -          ¿Será para convencernos que lo que vivimos en este tiempo es lo mejor que nos podía pasar?
  • -          ¿Para ilusionarnos de que vivir muchos años es mejor, y así la sobrevivencia química y mecánica son cada vez más valoradas?
  • -          O tal vez justificar el gran apego que tenemos a la materia, objetos tanto materiales como culturales y simbólicos, etc.…como única permanencia de aquello que fue y hoy es nada.

Puede que sigan surgiendo preguntas y sus correspondientes respuestas de para que…igualmente hoy día todas ellas parecen tan frágiles….

¿Será que la vida antes de estos 200, 300 años era en algún aspecto más interesante? Alejados de la condena a vivir en un estado coherente con conceptos creados por nosotros mismos, enfrentados con ahínco a nuestras contradicciones y negando con fervor la experiencia que adquirimos al morir mil veces por miles de años.

La música que resuena al oír los secretos, la danza al contemplar el movimiento de los animales, un mundo donde la muerte pueda ser parte de los ritmos vitales.

Mi madre murió en su cama, su rostro emanaba una luz que el médico que vino a verificar que se había muerto solita, sin medicamentos ni máquinas, al verla lloró.

Mi madre después que dejo de respirar emitía por su pecho tanta energía, (y lo constatamos con Dora porque su pecho se movía, y creíamos que seguía respirando) que se nos hizo visible y palpable que la muerte es solo un pasaje.

¿Cuándo fue que nos perdimos y dejamos de contemplar esta maravilla?

Sus cabellos se acomodaron solos, claro… era tal la fuerza de la partida que se peinó solita, (mamá era muy coqueta) y no podía ser de otra manera.

¿Cuándo fue que perdimos la capacidad de ver lo que está más allá de la forma?

Tanto dolor por tantas muertes, acaso ese dolor no sea más que nuestra incapacidad de sentir la vida que atraviesa la vida.

Lo que emerge entra y se multiplica. En lo auténtico esta la resonancia.

Retornar nuestra mirada más allá de la materia, donde el vuelo, y las palabras sagradas se entrecruzan para informarnos que ya está bien. Que no es necesario separar, que no seremos quemados en la hoguera, y que sino miramos los orígenes seguiremos muriendo de inanición

Ni Galileo se equivocó, ni Einstein fue solo un científico, ni las culturas aborígenes son menos cultas, ni viviremos más años gracias a la ciencia.

Si seguimos atados en los campos que dividen, nuestros corazones seguirán estallando en llamas.

Y Perderemos la oportunidad de darnos cuenta que el fuego nos fue dado para generar una mente libre en vuelo, despierta y clara.


Silvia Diehl, agosto 2021